Siempre hay nervios, todas las bodas empiezan así pero hay alguna que destaca por la naturalidad y los sentimientos puestos en ella.
Desde el hermano de Iria de oficiante que hizo que fluyera la tarde y surgieran risas y momentos únicos para hacer desaparecer esos primeros nervios, hasta lecturas emotivas de familiares donde soltar alguna pequeña lágrima y lecturas de amigos con gracia que hicieron que todos los presentes se metieran de lleno en la boda de Iria y Miguel.
Él tímido, ella risueña, con sus miradas cómplices y gestos tiernos, se dejaron querer por los suyos y nos hicieron partícipes de todo esto ¡precioso!
Una boda increíble, una pareja de 10 y unos invitados «top».
Gracias como siempre a Beatriz Pitarch por dejarme acompañarla en sus bodas, ¡siempre gracias!